Sus orígenes y su evolución en el mundo
La garnacha es originaria de España, muy probablemente de la región de Aragón, en el noreste de la península. La primera mención de esta variedad data de 1513 y corresponde más o menos a la descripción de la garnacha actual. Su difusión por Europa comenzó con la del reino aragonés, que extendía su territorio desde el Rosellón hasta Cerdeña. La garnacha -y sus variantes- se encuentra en muchas regiones ibéricas (Aragón, Cataluña, Rioja, Extremadura, País Vasco, Navarra, etc.), así como en Francia (Languedoc, Rosellón, Provenza, Valle del Ródano Meridional) y en otros lugares de Europa. Por ejemplo, se encuentra en Italia (Cerdeña, Sicilia y Calabria), Grecia, Portugal (Alentejo, Ribatejo, Oeste), Austria, Bulgaria, Chipre, Malta y Madeira.
Características vitícolas
Los racimos de garnacha son de medianos a grandes, troncocónicos, alados y compactos. Las bayas son medianas, esféricas o ligeramente ovoides, con una piel muy pruinosa, bastante gruesa, de un bonito color negro azulado -aunque también las hay blancas, grises y rosadas-, una pulpa fundente y un zumo bastante abundante, incoloro o rojo en el caso de la garnacha tintorera, que se encuentra en España. La garnacha tiene un porte erguido y ramas vigorosas, lo que la hace resistente a la sequía y a los vientos fuertes. Aunque es resistente al oídio, esta variedad de uva sigue siendo delicada por su susceptibilidad a diversas enfermedades (mildiu, podredumbre gris, gusano de la uva, etc.). La garnacha tiene un potencial muy elevado de acumulación de azúcares, pero su color se desvanece rápidamente cuando se producen rendimientos elevados, y su acidez es baja. Como variedad de alto rendimiento, se desarrolla mejor en laderas secas y pedregosas.
Sus aromas y el tipo de vino que produce
Puede utilizarse para elaborar vins doux naturels (Banyuls, Maury) y vinos de guarda muy finos, estructurados y aromáticos (Châteauneuf-du-Pape, Gigondas, Vaqueyras, etc.), siempre que se plante en terruños de gran calidad y que los rendimientos y el color estén perfectamente controlados. Si se respetan estos parámetros, el resultado son vinos tintos secos de bello color marrón dorado, potentes y generosos. Expresan notas de frutos rojos y especias, con taninos redondos y suaves. Los vinos dulces naturales tienen un color rojo granate o teja que puede volverse caoba tras varios años de guarda. Expresan aromas de cereza, grosella negra, mora y kirsch cuando se envejecen en una bodega hermética, o revelan matices especiados, de higos secos y empireumáticos (café, cacao, tabaco) tras una oxidación cuidadosa.